Te llenaste de humo
y tu piel dejo de latir.
Olvidaste y mordiste la mano que te abrazaba.
Te volviste noche
como boca de lobo
un laberinto donde morían quienes caminaban en tu humedad.
Quienes seguían tu canto de sirena
perdieron el camino.
Y tu mascara se convirtió en rostro .
Y tu pecho en fortaleza.
El tirano ahora es victima de su propio puño.
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