jueves, 29 de julio de 2010

Fue dejar las raíces y las ramas para ser aire. Ser pájaro e intentar un nido. Abrazar temblores, viajar pulsando, nos tambaleamos. Prender la luz, dejar el sueño y habitar el miedo. Fueron tus manos las que marcaron mi cuerpo, fueron mis aguas las que hicieron tu superficie salada (mis manos se rompieron).

Fuimos y me regresó el latido.

De noche sembraba un bolero y amanecían arañas bailando en mi espalda un cuentos quitamiedos. Nubes rojas bañaban las sabanas mientras nacíamos.

Desaparecías. Corría. Nos perdimos

El nido se hace agua, abono para la tierra que somos: tierra mojada después que caímos de nuestra tormenta.


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